martes, diciembre 05, 2006

Enterrar o cimentar nuestras raices.


Siempre me he sentido orgulloso de mi historia. De la historia de mi país, de mi ciudad. De lo que éramos los españoles, y lo que somos ahora, casi iguales. Pero al pensar en el pasado me parecian mejores. Por las pocas oportunidades que se daban y por lo dificil que era simplemente vivir. Y no hay que remontarse muchos años atrás para esto. Con varias decenas es suficiente.

Lo luchado por nuestros compatriotas, antepasados, vecinos, y antiguos residentes de nuestra ciudad parece que poco a poco lo dinamitamos sin sentimientos ningunos. Sin miramientos.

El valor que para ellos tuvo, el ponerle un nombre a una calle, ya no vale nada. El empedrar otra de una punta a otra, tampoco vale nada. El salvar un rio, un repecho, o hacer subir dicha calle por dicho repecho. Eso para ellos fueron logros. Logros que son historia en cada una de nuestras ciudades o pueblos. En mi ciudad, Lorca, hay mucha historia. Mucha que se mantiene viva y en pié, y hay que dar gracias por ello. Y no lo escribo en otro sentido. Es cierto que hay cosas que se mantienen gracias a las autoridades. Pero hay otras que se irán a la ruina total.

No me gusta lo que están haciendo en nuestro castillo.

Si ya el pobre, con un color en la roca de librar siglos de batalla al sol, estaba en condiciones, llegan y nos quieren plantar un hotel, parador, encima.

No me gusta. Pero no me gusta pro una simple razón.

No creo que sea necesario destrozar un monumento para hacer un hotel de lujo.

Seguro que no lo van a tirar, ¿pero es necesario realmente?.

Justo encima del simbolo de todo lorquino, encima de lo que primero se vé si miras hacia arriba.

No creo que sea necesario.

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