martes, julio 31, 2018

Diez años después ...

Siempre me ha gustado usar el tiempo.
No para el uso diario. Me gusta el tiempo no el reloj.
Me gusta a grandes cantidades, en años, décadas.
Y lo uso para recordar, bueno o malo. Marco mis onomásticas, macabras incluso.
Me gusta pensar donde me encontraba hace ciertos años, al azar. Donde me encontraba en la vida, en un lugar, en mi mismo.
Me gusta recordarlo, el ver mi camino andado.
Me hace sentir importante en la historia que yo soy protagonista.

Hace diez años me encontraba luchando conmigo mismo, afianzándome en mi decisión de vivir más con mi familia, batallando con el turno de noche como anti-natural que es.
Era feliz, aunque por aquellos días ya me daba por vencido en mi andar.
Quería cambiar, había que dar otro paso.
Seguía pintando, escribiéndome, leyéndome.
No era suficiente, lo importante era el siguiente paso.

Hoy, diez años después tengo otros pensamientos que ocupan mi mente.
Sabes de lo que escribo.
Lo llevo mejor, pero no bien. Me hicieron mucho daño, donde más me duele.
Ahora, diez años después vivo sumergido en mi familia, tapando y solapando lo que en mi cabeza no desaparece.
Ellos me ayudarán, predije.

Quizás esos mismos años atrás podría haber imaginado mi destino.
Diez años después se me antoja muy difícil hacerlo.
Lo veremos.
Eso sí, diez años después.

domingo, julio 29, 2018

El sonido de la importancia

Siempre he pensado que todo va muy deprisa.
Y siempre me viene a la mente, me lo recuerda el avance de la tecnología.
La que tanto me gusta y a la que tanto odio.
Normal.
Al mirar a mi alrededor y veo lo que nos rodea, lo que nos arrincona y nos gana terreno hasta someternos a su acoso.
Sin darnos cuenta, y hasta concediéndoles el arrebato de nuestra vida.
No quiero parecer crítico, no siempre cualquier tiempo pasado fué mejor. Aunque sé que en ciertas cosas, a mi juicio, así sea.

Olores, sabores, imágenes, tactos, sonidos.

Los cinco sentidos pueden hacer llevarnos a pensar así, todo comandado por nuestra mente que rige todos esos pensamientos y deducciones, sin dejar opción a debate alguno y con la ley Magna de que nuestra situación personal en aquel pasado hace que cualquier tiempo posterior sea diferente, por lo tanto, peor.

Y hoy he vuelto a pensar así.

En una película antigua a sonado un teléfono.

Aquel sonido que ahora tan cotidiano parece no lo era antaño.

El sonar el teléfono no era cualquier cosa. Sonaba por importancia, por emergencia, por alguna necesidad. Era correr hacia él con la misma prontitud que marcaba el timbre.

Hasta en eso hemos cambiado.

No te avisaba de cualquier evento en una red social.

Avisaba de que llegabas tarde, que se había roto el coche o que habías perdido el tren.

Aprobaste el curso, conseguiste el trabajo o incluso que ya eras abuelo.

Para esas noticias, ni el teléfono suena igual.