Tú que me has hecho volar.

Desde el principio de los tiempos el hombre ha sentido envidia. Envidia del prójimo, del desconocido, hasta incluso de los de su propia sangre. Pero nada es comparable a la que se siente hacia un ser en concreto, las aves. No, no me he vuelto loco. El hombre siempre ha deseado tener la mayor virtud que tienen éstos animales. Volar.Volar con su cuerpo, sentir el aire y sentir como se corta entre sus alas. La libertad de desplazarse por lo ancho del cielo. Era imposible de soportar, el no saber lo que se podía sentir, el no conocer lo que el hombre podría hacer con ese poder.Pero para eso nació un hombre, en 1963 el sueño comenzaba.En beneficio de todos en Brooklyn nació Michael Jordan. Así todos pudimos ver como el hombre podía volar. Así pudimos sentir lo que podría ser. Nos lo enseñó, y algunos lo captamos. Era lo más parecido que podíamos experimentar, y las sensaciones fueron increíbles.Claro que no nos levantábamos más de medio metro del suelo, pero las imágenes de como lo hacía él eran suficientes.La gravedad desaparecía, el tiempo se detenía y tal que el mejor Matrix, el mundo giraba a su antojo.De esa forma, volamos muchos, y en mi caso aún lo hago gracias a que muchas imágenes las tengo, fotograma a fotograma, grabadas en mi cabeza.Si estas entre los que lo vivimos así, enhorabuena. Si por el contrario no lo has sentido nunca, hazte con las imágenes del concurso de mates del '87 y empezaras a sentirlo.Quizás el tiempo nos dé alguna oportunidad al resto de sentirlo en primera persona, pero hasta entonces " sólo " tenemos esto.De todas formas, te envidio.