En el silencio más absoluto suena el despertador. Irrumpe en sus oidos, desempeñando su función, sin dejar lugar a pensar en otra cosa, ocupando todo su pensamiento.
Muy despacio, y a desgana, lo apaga y se incorpora al borde de la cama. Permanece unos segundos inmovil intentando poner orden a su mente que ya desde temprano manda imágenes y pensamientos mas que reales. Últimamente son más frecuentes.
Imágenes que vienen y desaparecen, como diapositivas pero sin orden concreto, sin tiempo establecido entre unas y otras. Sin tener relación entre ellas, o tal vez sólo una. Eran tiempos mejores los que le vienen a la cabeza. Esos momentos los vé como si los estuvieran viviendo en ese preciso instante.
El viaje a Turquía, la felicidad que se respiraba. Los olores en los mercados, la gente las especias, los perfumes. Su hijo llorando, el dolor, las lágrimas, la impotencia. Lo difícil que es la vida, la soledad, la oscuridad. El sentimiento de dar lástima sin quererlo pero no teniendo remedio a que sea lo contrario. No necesitar ayuda y tomarla por convicción. Hubo mejores tiempos.
Al fin reune fuerzas y se alza de la cama con resignación, gira a la izquierda sobre sí misma y anda dos pasos. Pasa frente al espejo y éste le devuelve el reflejo de una mujer encogida por la batalla que libra todos los dias. No hace frio. Pero lo tiene en los huesos.
Gira otra vez a la izquierda y recorre cuatro pasos. Sus brazos se desploman desde sus hombros a lo largo de su cuerpo y sólo sus manos están abiertas y separadas del mismo intentanto captar más allá de lo que sus sentidos le permiten.
Gira a la derecha, se mueve lentamente sin ánimo de empezar el dia, son muy largos y no tienen motivo de volver a empezarlos una y otra vez. Para ella todo está acabado.
A lo largo del pasillo, interminable, siente denuevo el tacto de la pared arrugada. Le gustó el color amarillo elegido en su dia. Por primera vez le viene a la cabeza un recuerdo pedido por ella misma.
En su camino y sin llegar al final del pasillo se detiene y abre una persiana para que entre la luz.
Bonito dia. Siente el calor del sol que le dá en la cara, en las manos, en el cuerpo.
En ese momento le viene a la cabeza el verano pasado, el coche con su marido, una carretera por la costa con vistas preciosas pero con un sol de justicia. Una mala curva y el momento que sigue marcado a fuego.
Sin mediar gesto, baja la persiana y reanuda su marcha hasta la cocina.
" Cuatro pasos, puerta, dos, izquierda .... "
lunes, enero 15, 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
No somos conscientes del peligro de la carretera...y ocasiona tantas muertes como el peor de los venenos y la peor delas guerras
Has definido una de mis mayores pesadillas
¡Brutal!, aún estoy intentando asimilar todo lo que he sentido.
Es terrible, pero que bien lo has contado. Espero que esto lo lea algunos de los que Tú y Yo definimos como "ases" al volante.
Publicar un comentario