Ni sé en lo que medir mi tiempo aquí.
Han sido muchos años, eso está claro.
Pero bien merecería hacerlo en segundos porque representaría mejor lo interminable que ha sido. Agónico.
Bien sé que han sido años.
Han pasado multitud de entradas de sol, mínimas a través de la cortina.
He podido memorizar ese haz de luz proyectado en el suelo, anteponiéndome hacia donde se va a dirigir a cada momento. Sabiendo su movimiento.
Pocas cosas más puedo decir de mi estancia.
Muy pocas veces se rompía el silencio.
Hasta hoy, mil vidas después pero hasta hoy.
Quizás lo inerte, quizás lo estático de la naturaleza, quizás sólo el polvo, habían intentado hacerme olvidar lo sentido, lo que puedo sentir.
Lo vuelvo a sentir, lo vuelvo a vivir.
Vuelvo a saltar, a subir y bajar, a volar.
Vuelvo a escuchar risas y lloros.
Que mil años dure, que mil vendrán más.
Ahora ese rayo de luz no va al suelo, ahora el sol se proyecta en mí.
Dentro de mí.
sábado, marzo 31, 2018
En nueva vida ( Corazón abandonado )
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