Estás dentro de mí.
Te recuerdo recibiéndome con tu calor amigable. Aquel Mayo, me abriste tus puertas, me mostraste tus virtudes.
Diste todo de tí a alguien desconocido que se presentó con lo puesto. Con una ínfima parte de ilusión y lleno de miedos.
Tu, poderosa, con conocimientos e historia, con vida como siglos ante un paleto con más saberes que su deber.
Tu perfume, tu olor frío y desnudo. Jazmín y rosas, cálido en esas fechas.
Me acogiste en tus brazos como uno de tantos más, como un elegido entre miles de pretendientes.
Me permitiste recorrer tus pliegues y recovecos. Todos tus rincones y secretos más íntimos.
Así, el tiempo pasó como el viento que me acompañó mientras te pensaba.
A pesar de todo tuvimos nuestros malos momentos, momentos en los que fuiste fría, gélida y despiadada. Despertando en mí sensaciones dormidas, innatas en mi persona, desconocidas para mí.
Soledad, tristeza y llanto.
Por eso mismo te llevaré siempre conmigo.
Por tu crueldad, frialdad e indiferencia.
Pero también por tu acogida, por tu calor y los que te rodean. Pero sobre todo por tu amor hacia mi.
Siempre te llevaré dentro, mi Granada.
lunes, noviembre 12, 2018
En la sangre.
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