Siempre me ha gustado usar el tiempo.
No para el uso diario. Me gusta el tiempo no el reloj.
Me gusta a grandes cantidades, en años, décadas.
Y lo uso para recordar, bueno o malo. Marco mis onomásticas, macabras incluso.
Me gusta pensar donde me encontraba hace ciertos años, al azar. Donde me encontraba en la vida, en un lugar, en mi mismo.
Me gusta recordarlo, el ver mi camino andado.
Me hace sentir importante en la historia que yo soy protagonista.
Hace diez años me encontraba luchando conmigo mismo, afianzándome en mi decisión de vivir más con mi familia, batallando con el turno de noche como anti-natural que es.
Era feliz, aunque por aquellos días ya me daba por vencido en mi andar.
Quería cambiar, había que dar otro paso.
Seguía pintando, escribiéndome, leyéndome.
No era suficiente, lo importante era el siguiente paso.
Hoy, diez años después tengo otros pensamientos que ocupan mi mente.
Sabes de lo que escribo.
Lo llevo mejor, pero no bien. Me hicieron mucho daño, donde más me duele.
Ahora, diez años después vivo sumergido en mi familia, tapando y solapando lo que en mi cabeza no desaparece.
Ellos me ayudarán, predije.
Quizás esos mismos años atrás podría haber imaginado mi destino.
Diez años después se me antoja muy difícil hacerlo.
Lo veremos.
Eso sí, diez años después.